Al corriente: febrero 11, 2022
Todas las personas tienen momentos difíciles en su vida, ya sea por duelo, dificultades económicas o problemas de salud. En todo el mundo, la pandemia del COVID-19 ha provocado conmociones tremendas en todas las áreas, incluida Indonesia. La economía se desplomó, la salud se vio amenazada, la interacción social fue limitada y se perdieron innumerables vidas. Vemos empresas en bancarrota, hospitales abrumados con pacientes, aumento del desempleo y otros efectos negativos. Pero lo que más nos tortura psicológicamente es que el COVID-19 puede amenazarnos en cualquier lugar y en cualquier momento, y no sabemos cuánto durará esta pandemia. La preocupación, la ansiedad y la pérdida de nuestro sentido de seguridad nos hacen perder la calma y la paz. Para que podamos vivir bien nuestras vidas, necesitamos algo que pueda sostener nuestras vidas de una mejor manera.
Hermanos y hermanas, nuestra lectura de hoy en Juan 20 describe cómo los discípulos también experimentaron grandes conmociones en sus vidas. Experimentaron dos grandes desafíos. Perdieron a Jesús, su líder y maestro. Este Jesús, que era su sostén principal, murió impotente en la cruz como un gran criminal. En segundo lugar, los discípulos estaban bajo presión política y amenazas. Temían que los líderes judíos que habían arrestado y matado a Jesús los encontraran. Éstas son las razones por las que celebraron reuniones en casas con puertas bien cerradas. Pero en medio de un gran temor y ansiedad, encontramos que hay varios mensajes importantes en este texto como lecciones valiosas para nosotros hoy.
1. Jesús quiere que tengamos paz
El Señor Jesús entendió que la mayor necesidad humana es una sensación de calma o paz, aunque en este mundo es muy difícil encontrar verdadera seguridad o paz. A menudo nos engaña una falsa sensación de calma que ofrece el mundo, que si usted es una persona hermosa o guapa, rica, famosa y tiene abundantes activos, entonces tendrá paz interior. Sin embargo, los hechos presentan una realidad diferente. A menudo vemos actores, actrices, figuras públicas y políticas, hombres y mujeres de negocios, y aquellas personas que están establecidas y se sienten cómodas con los estándares del mundo, involucradas con diversas adicciones, como pastillas para dormir, sedantes, alcohol y narcóticos. Parece ser, que las personas con una riqueza abundante, una popularidad exorbitante y logros asombrosos no sean felices. Algunas personas incluso terminan sus vidas de manera trágica. La razón es porque no tienen verdadera paz.
La fuente de la verdadera calma y paz no es de este mundo, porque este mundo está maldito (Génesis 3,17) y la búsqueda de este mundo conducirá a la nada. La Biblia dice claramente que el mundo y todo lo que hay en el, avanza hacia la destrucción. La verdadera paz ocurrirá cuando el ser humano experimente un encuentro con el Dios verdadero y los pecados sean perdonados.
Debido a que Jesús conoce las necesidades humanas, el primer saludo dado a los temerosos discípulos es “la paz sea con ustedes” (vs 21). Hermanas y hermanos, Jesús anhela que en medio del caos de este mundo, la paz de Dios guarde y proteja nuestros corazones y mentes. Porque es sólo esta paz que no viene de la tierra la que puede residir permanentemente en nuestros corazones. La paz de Dios no puede ser robada o arrebatada por nadie, ni puede ser influenciada por situaciones o condiciones. Solo el Señor Jesús puede dar verdadera paz. Solo el Señor Jesús puede pacificar nuestras almas en medio de las varias tormentas y el caos en nuestras vidas.
¿Tiene usted la disposición de aceptar esta paz de Jesús?
2. Jesús nos dio el Espíritu Santo
El siguiente mensaje que también nos da gozo es que Jesús dio su Espíritu a sus discípulos. Leemos en Juan 20,22, acerca de cómo Jesús se encontró con sus discípulos y sopló sobre ellos con su Espíritu Santo. Este es el cumplimiento de lo que había prometido en Juan 14,16-17. 16,7-14, promesas acerca del Espíritu de Dios que brindan consuelo, fortalecen y empoderan a los discípulos.
Cuando los discípulos aún no habían recibido el Espíritu Santo, ellos experimentaron temor y ansiedad, y se dieron por vencidos fácilmente. La Biblia cuenta cómo se dispersaron cuando Jesús fue arrestado, luego muchos se rindieron y volvieron a sus antiguas vidas y profesiones.
¿Por qué los discípulos se rindieron tan fácilmente? La respuesta es porque los discípulos aún no habían recibido el Espíritu Santo. Por eso, cuando Jesús los encontró, Jesús les dio su Espíritu para fortalecerlos y sostenerlos.
Para nuestros hermanos y hermanas que trabajan en el área de la salud, estos años han sido duros, lidiando directamente con el COVID 19. Incluso los países desarrollados con servicios y equipos médicos de alta calidad se han visto abrumados por estos desafíos. Hemos escuchado testimonios de muchos de los hijos e hijas de Dios que casi se rindieron y que estaban con desesperación al enfrentar esta dificultad, pero cuando se vuelven a Dios, verdaderamente el Espíritu de Dios les da fuerza y apoyo. (Isaías 40,31).
A menudo experimentamos dificultades en nuestras vidas, como enfermedades imposibles de curar o un negocio en decadencia, pérdida de una persona querida y otros problemas. Hay muchas cosas que nos hacen desear rendirnos o desesperarnos, pero al pedirle a Dios, obtendremos nuevas fuerzas del Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios no solo nos acompaña, sino que también nos permite seguir caminando e incluso corriendo, para cumplir el llamado de Dios en nuestras vidas.
¿Esta usted con la disposición de recibir el Espíritu Santo?
3. Jesús quiere que seamos sus testigos
El siguiente mensaje del Señor Jesús a sus discípulos es decirles que sean mensajeros de Dios para este mundo. Los discípulos fueron testigos vivos de cómo Jesús vivió la vida, sirvió a todas las personas y predicó las buenas nuevas. Ellos fueron testigos de cómo Jesús murió en la cruz como sacrificio por los pecados de la humanidad. Ellos fueron los primeros en experimentar a Jesús resucitando de entre los muertos. Ellos fueron testigos vivos de todos estos hechos y se les encomendó la tarea de compartir estas experiencias con el mundo.
Mis queridos hermanos y hermanas, el mandato de ser testigos de Dios no era solo para los apóstoles en ese momento, sino que también se aplica a nosotros en la actualidad. Tenemos la responsabilidad de contar lo que hizo Jesús hace 2.000 años y lo que Dios está haciendo hoy.
Podríamos preguntar, ¿puedo? La respuesta es, por supuesto que sí, porque el Espíritu Santo también nos fue dado.
¿Habrá gente que crea mi mensaje? Es el Espíritu de Dios quien actuará sobre el mensaje dentro de las personas oyentes. Lo importante es hacerlo. Recuerden, mis hermanos y hermanas, que esta tarea de testificar es un mandamiento, no una invitación ni una opción.
Hay al menos dos formas de dar testimonio de Dios.
Primero, podemos testificar verbalmente.
Esto significa que le decimos a nuestro prójimo que Dios ama a la humanidad, a pesar del pecado que los seres humanos escogen. El amor de Dios por los seres humanos significó que Dios vino al mundo, haciéndose humano en la persona de Jesucristo, para proporcionar un camino para el perdón de los pecados a través de la muerte de Jesús en la cruz, entonces quien se arrepienta recibirá el perdón de sus pecados y será adoptado como hijo e hija de Dios. Este mensaje se puede transmitir a través del lenguaje hablado o escrito.
En segundo lugar, podemos testificar a través de nuestro estilo de vida. Esto significa que nuestro comportamiento general refleja la verdad de Dios en nuestras vidas con todas las personas con quienes interactuamos. Esto es lo que se llama un evangelio abierto, lo que significa que nuestras vidas verdaderamente reflejan la vida del Señor Jesucristo.
Pidamos el poder del Espíritu Santo para que nos mueva a testificar realmente, para que la gente se vuelva a la verdad del evangelio. Que el Espíritu de Dios nos permita testificar de la gloria de Dios. Emmanuel.
—Natanael Sukamto, pastor de la congregacion GITJ (Gereja Injili di Tanah Jawa) en Sembaturagung, Pati, Java Central, Indonesia.
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