Al corriente: febrero 13, 2020
En el marco de Renovación 2027, la migración masiva es actualmente motivo de preocupación para muchos países: forma parte tanto de la historia como del presente de los anabautistas menonitas. Hemos estado de ambos lados, tanto de quienes migran como de aquellos que les dan la bienvenida a sus vecinos en un nuevo hogar. En el evento, En pos de la justicia: migración en la historia anabautista-menonita, en San Rafael de Heredia, Costa Rica, el 6 de abril de 2019, oradores de todo el mundo dieron testimonios de migración.
“Porque el Señor va a restaurar el orgullo de Jacob, el orgullo de Israel, como era antes de que lo saquearan y lo dejaran como vid sin ramas” (Nahúm 2,2)
Introducción
Las relaciones humanas son un don de Dios, y nuestro Dios es el Dios de las relaciones humanas. Dios nos dio tres maneras de disfrutar este hermoso don.
- Al enviar a su Hijo unigénito, podemos disfrutar de nuestra relación con Dios.
- A través del cuerpo de Cristo, la iglesia.
- A través de la familia humana
En esta ocasión, me gustaría centrarme en las relaciones familiares. La familia es ordenada por Dios. Dios tiene muchos planes y propósitos para cada uno de nosotros a través de la familia.
Lamentablemente, el enemigo ha destruido y quebrado a las familias a través de diversas estrategias como el egoísmo, la lujuria, el materialismo, los sistemas políticos y las guerras, el hambre y la migración.
Sin importar cuáles sean los caminos del enemigo, no olvidemos que nuestro Dios es el Dios de la restauración.
Colaborar con Dios
Somos el pueblo de Dios. Como iglesia, somos la familia de Dios. Es imprescindible que colaboremos con Dios en el proceso de restauración.
Un buen ejemplo que me viene a la mente es el de José. Su padre Jacob era un hombre bendecido por Dios. A lo largo de su vida, la mano de Dios estuvo sobre él a pesar de sus faltas. Dios lo bendijo con doce hijos, de los cuales José era su preferido.
Podemos observar la guía y los planes de Dios para José desde una etapa muy temprana de su vida, que nos demuestran que Dios es el Dios de la restauración.
José tuvo que pasar por una experiencia en el “pozo” antes de que Dios lo levantara para restaurar a su propia familia y, a través de su familia, a su generación.
Durante todo el proceso, vemos cuán maravillosamente Dios utilizó diferentes situaciones en la vida de José para restaurar y unir a la familia.
De la vida de José aprendemos que cuidar de los extraños y los extranjeros es un ministerio imprescindible de cada hijo de Dios.
Obedecer el mandato
Este también es el mandamiento de Jesús en el Nuevo Testamento. Todas las iglesias e hijos de Dios deberían obedecer de igual manera.
El papel de la iglesia local es amar y recibir a los extranjeros en nuestras comunidades (véase Deuteronomio 19,34 y Mateo 25,34-36). Los refugiados, solicitantes de asilo y desplazados internos se encuentran entre las personas más vulnerables del mundo. Dios nos llama a procurar su protección y bienestar.
Un testimonio de familia
He aquí una historia de una refugiada que regresó a su familia mediante el amor y el afecto de la iglesia.
Durante la guerra civil en Sri Lanka entre tamiles y cingaleses, Mala, una niña de doce años, fue separada de su familia, deportada a la India junto con otros refugiados de Sri Lanka y enviada a un campo de refugiados en Pollachi.
Durante su estadía allí, un pastor de una iglesia cercana visitó este campamento para compartir el evangelio. Conoció a Mala, quien recibió el evangelio y empezó a asistir a la iglesia local.
Con el transcurso del tiempo, el pastor se enteró de que Mala había sido separada de su familia y que no sabía nada sobre su paradero. Se crió bajo el cuidado del pastor y la iglesia durante más de diecinueve años. Se casó y tuvo un hijo.
Cuando residía en la iglesia, uno de los pastores asociados visitó Sri Lanka y afortunadamente conoció a sus padres. Mala se reunió con su familia después de diecinueve largos años de separación. Actualmente, vive con sus padres, junto con su esposo e hijo.
Todo ocurrió gracias a la labor de la iglesia, de modo que es responsabilidad de la iglesia demostrar amor y afecto a las personas desplazadas. La iglesia puede ayudar a rescatar y apoyar a muchas personas con historias como la de Mala.
Es evidente que las iglesias y los líderes locales tienen más responsabilidades para con los integrantes de esta comunidad vulnerable a fin de integrarlos a la sociedad.
—Paul Phinehas, representante de Asia en el Comité Ejecutivo del Congreso Mundial Menonita, es presidente de Gilgal Mission Trust, una iglesia anabautista miembro del sur de la India. Él fue una de las oradoras en Renovación 2027, En pos de la justicia: migración en la historia anabautista-menonita, en San Rafael de Heredia, Costa Rica, el 6 de abril de 2019. Las columnas de esta sección se adaptaron de su presentación.
Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2019.
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