Al corriente: febrero 13, 2020
En el marco de Renovación 2027, la migración masiva es actualmente motivo de preocupación para muchos países: forma parte tanto de la historia como del presente de los anabautistas menonitas. Hemos estado de ambos lados, tanto de quienes migran como de aquellos que les dan la bienvenida a sus vecinos en un nuevo hogar. En el evento, En pos de la justicia: migración en la historia anabautista-menonita, en San Rafael de Heredia, Costa Rica, el 6 de abril de 2019, oradores de todo el mundo dieron testimonios de migración.
La historia de Estados Unidos es una historia de inmigración, de quienes buscan una vida mejor, de quienes buscan libertad religiosa.
Para muchos menonitas de descendencia europea como yo, la inmigración es parte de nuestra historia, una historia que proviene de otro mundo y que pareciera distante de nuestra vida y experiencias cotidianas. Para otros menonitas es una historia real, la de huir de países como Myanmar y encontrar un nuevo hogar en localidades como Lancaster, Pennsylvania.
En mi país, en los últimos años, la inmigración ha sido una cuestión políticamente delicada, aun entre los cristianos.
Es un tema confuso sin claras soluciones políticas, pero con claras respuestas bíblicas, desde que Moisés les dio la Ley de Dios a los israelitas. Como dice en Levítico 19,34: “Trátenlo como a uno de ustedes; ámenlo, pues es como ustedes. Además, también ustedes fueron extranjeros en Egipto. Yo soy el Señor su Dios”.
Perspectivas americanas
Con una especialización en español en la Universidad, tomé clases de Historia y Cultura de América Latina y España. Mi profesora preferida era una mujer de Panamá, quien siempre me ha enseñado muchísimo de la perspectiva latinoamericana, especialmente en relación con Estados Unidos.
De ella aprendí que puede ser ofensivo llamarme “americana” porque técnicamente todas las personas del Norte, Central, y el Sur del continente americano somos “americanos”; el hecho de reclamar ese título solo para los de EE.UU. es como negar la verdadera historia e identidad de las Américas. Ahora siempre digo que soy estadounidense.
En los últimos siglos, la historia de migración a los EE.UU. está vinculada más profundamente con América Latina que con cualquier otro continente...Y no es una historia linda. Por eso quiero pedir perdón de parte de mi país. No solo porque está en curso la construcción de un gran muro, sino porque mi país se ha metido en la política de América Latina innecesariamente, no para ayudar sino para su propio beneficio. Esta intervención solo contribuyó a los ciclos de corrupción y desigualdad que hacen que la gente migre al Norte.
Acciones anabautistas
Cuando considero cómo ha respondido específicamente nuestra familia anabautista en Estados Unidos y Canadá a los inmigrantes, me anima ver a la gente que responde con amor y no con temor, lo cual es el llamado que nos hace nuestro Señor Jesús. A continuación, les voy a contar algunos ejemplos al respecto.
Si visitan diferentes ciudades de EE.UU., probablemente verán este letrero o uno semejante delante de las casas. Cuando lo vi por primera vez, pensé que era una manera linda y simple de comunicar la “bienvenida”. Luego me enteré, por un artículo en un periódico menonita, de que la idea para el letrero surgió en una congregación menonita de Virginia, que frente a la enemistad hacia los inmigrantes después de las elecciones, quería comunicar a sus vecinos que hablaban español o árabe, “No importa de dónde eres, estamos contentos de que seas nuestro vecino”.
En mi propio estado de Ohio, tengo amigos de mi edad con quienes asistí a Rosedale Bible College, que se han mudado intencionalmente a un barrio de musulmanes cerca de la mezquita local. Lo hicieron para amar a su prójimo y establecer relaciones personales a fin de demostrar el amor de Jesús. Este grupo de
jóvenes se ha integrado completamente a esa comunidad internacional de inmigrantes para cuidar a los niños, enseñar inglés o dar clases de manejo, entre otras cosas.
Luego, hace un año y medio, cuando hubo una manifestación de odio contra musulmanes frente a la mezquita de su barrio, ellos también se pararon delante de la mezquita pero para comunicar paz, solidaridad y amor por sus vecinos musulmanes.
Otra congregación menonita de Columbus, Ohio, se ha esforzado mucho en ofrecer refugio a una inmigrante indocumentada, Edith Espinal, por ya más de un año. Mientras viva dentro de la iglesia, el Gobierno se abstendrá de deportarla debido a su política de evitar “lugares sensibles” como las iglesias. Ella sigue esperando que se le conceda el asilo político.
La identidad del reino
Estos son solamente unos pocos y breves ejemplos de cómo he visto a nuestros hermanos y hermanas en la fe ofrecer hospitalidad y amor a inmigrantes y refugiados en América del Norte. Hay muchos testimonios más, pero sé que nuestro Padre Celestial ve cada acción de sus hijos. Y algún día nuestro Rey les dirá: “De cierto les digo que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos más pequeños, por mí lo hicieron” (Mateo 25,40).
En última instancia, la migración es una historia que compartimos como hermanos y hermanas, y como herederos de un reino eterno. Nuestra identidad espiritual es la de extranjeros en una tierra extranjera, en peregrinación para llegar a nuestro verdadero hogar. Que continuemos apoyándonos unos a otros en la fe, en la esperanza y en el amor.
—Larissa Swartz, representante del Comité de Jóvenes Anabautistas (YABs), reside en Ohio, EE.UU. donde trabaja con estudiantes universitarios internacionales, y es miembro de London Christian Fellowship. Ella fue una de las oradoras en Renovación 2027, En pos de la justicia: migración en la historia anabautista-menonita, en San Rafael de Heredia, Costa Rica, el 6 de abril de 2019. Las columnas de esta sección se adaptaron de su presentación.
Este artículo apareció por primera vez en Correo/Courier/Courrier en octubre de 2019.
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